El cuerpo en la sexualidad

La importancia del cuerpo en la sexualidad es fundamental. Del cuerpo de nuestra pareja y del nuestro. Es nuestro cuerpo el que se comunica con el cuerpo de nuestra pareja. Son los cuerpos los que se juntan y nos hacen, a las dos partes, ser sólo una y conectar. Sólo si conocemos, cuidamos y respetamos nuestro cuerpo y el de nuestra pareja podremos disfrutar al cien por cien de nuestra sexualidad.

Y es que, sentirnos bien con nuestro propio cuerpo es fundamental para que las relaciones sexuales sean algo placentero. Acostumbrarnos a las imperfecciones de nuestro cuerpo supone la propia aceptación de nuestra sexualidad. Cada arruga, cada gramo de más, cada imperfección de nuestro cuerpo hace de él algo único, algo esencialmente bello. Los estándares de belleza, habitualmente, poco tienen que ver con la belleza real.

Los hombres se preocupan del tamaño de su pene, del tiempo que dura su erección. Parece que deberían ir a la cama con una cinta métrica y un cronómetro. En lugar de afrontar los prejuicios que su propio cuerpo les genera y abandonarlos cuanto antes, aceptando, sin complejos, las propias limitaciones.

Las mujeres, en busca de su propia autoestima, son bombardeadas convenientemente por cánones que hablan de una única forma de belleza. Cuántos kilos, cuánta altura y qué tamaño deben de tener los pechos. Por supuesto, fuera estrías, arrugas y celulitis.

Ambos, hombres y mujeres, no son más que víctimas de una sociedad que pone el propio cuerpo al servicio de los más perversos sistemas consumistas de mercado.

Una vez más, la educación, en este caso, sexual, resulta básica para asumir con naturalidad el cuerpo. El propio y el ajeno. Enseñar a los jóvenes, desde edades tempranas a mirar y aceptar su propio cuerpo sin vergüenza, con orgullo. A nombrar sus genitales sin rubor. No entender el propio cuerpo, o el cuerpo de otros, como algo sucio sino como una posibilidad más de diversidad. Con todas las opciones en cuanto a formas, tamaños, colores y texturas.

El vínculo existente entre nuestro cuerpo y nuestra sexualidad es demasiado importante como para dejarlo en manos de absurdas reglas sociales represivas y de estándares de belleza basados en el mercado y no en las personas.

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