¿Habéis probado el sexo atados?

¿Has probado alguna postura para el sexo en la que tú o tu pareja estéis atados? ¿No te gustaría? Hay veces en las que los juegos sexuales le dan a las relaciones íntimas un toque de creatividad que hace que la rutina no pudra todo. En realidad, como hemos repetido una y mil veces desde este blog, el sexo no se encuentra entre nuestras piernas, sino entre nuestras orejas. Nuestro órganos sexual más eficaz es, sin duda, el cerebro. Por supuesto que para probar el sexo atados hay que estar muy convencidos de lo que hacemos, ambas partes de la pareja, y, siempre, marcando unos límites claros que no tendremos que sobrepasar bajo ningún concepto. Cuanto mayor complicidad haya, mayor posibilidades tendremos en el sexo.

En cuanto a las herramientas que podemos utilizar para atar o ser atados durante el sexo, tenemos varias posibilidades. Algunas de las más habituales son las cuerdas o las esposas. Ambos útiles son muy fáciles de conseguir en tiendas especializadas en sexo. Pero también podemos utilizar elementos de nuestra vida cotidiana que pueden servirnos de igual manera. Una corbata, un cinturón o un fular pueden bastarnos para atar al cabecero de la cama a nuestra pareja.

En cuanto a las posturas a utilizar atados, las posibilidades son muchísimas. pero queremos hacer un pequeño repaso por las tres más habituales. Sin embargo, vosotros podéis investigar y probar tantas posturas como os apetezca hasta que deis con aquellas que más os satisfacen.

Para la postura del sometido, los chicos deben ser atados de pies y manos sobre la cama. La chica se sentará sobre él, pero de espaldas, de tal manera que será suyo el control de la profundidad de la penetración y la violencia de las embestidas.

La postura del misionero es un clásico, cuando de utilizar ataduras se trata. Ella debe estar atada por las muñecas. Los chicos que, en esta ocasión, no estarán atados, han de levantar con las manos sus caderas para que ella nos envuelva con sus piernas. La penetración en esta postura puede ser muy profunda.

Por último, un cunnilingus clásico pero atados uno de los dos o, incluso ambos, es una variante con atadura a una postura muy habitual que suele ser muy celebrada por aquellos que lo practican.

 

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