El calentón sexual

¿Quién no ha experimentado alguna vez en su vida un calentón irrefrenable? El que esté libre de pecado, en este sentido, que tire la primera piedra. El ser humano es un animal sexual por naturaleza y, como no puede ser de otra manera, responde de forma inmediata a determinados instintos. Por supuesto el sexo es uno de los instintos primarios más presentes en nuestro comportamiento, si bien, la realidad social que nos hemos impuesto nos lleva a frenarlo con asiduidad. Sin embargo, hay momentos en la vida de cualquiera en la que nos olvidamos por completo en la convivencia social para responder de forma exclusiva al impulso sexual que nos asalta Cuando esto sucede estamos ante un calentón.

Un calentón puede sobrevenirnos en cualquier circunstancia. Lógicamente es más probable que este suceda si tenemos cerca un estímulo en forma tentación que nos provoca la excitación sexual. Sin embargo, a pesar de que no estemos en esta situación, el calentón también puede aparecer. El cerebro no obvia ninguno de los mensajes que a él llegan. Es posible que, en determinado momento, no le preste la suficiente atención a cualquier tipo de estímulo pero, si esto llegase a suceder, no dudes de que lo almacenará para volver a él tan pronto como le sea posible. Cuando esto sucede con un impulso sexual no atendido, puede que el cerebro lo recupere en unas circunstancias en la que, al menos aparentemente, no exista motivo para la excitación.

Por supuesto, lo más divertido es cuando se produce el calentón y tenemos a alguien a mano para transmitírselo. Compartir el sexo siempre resulta mas apasionante que el sexo en solitario, aunque, como ya hemos manifestado en muchas ocasiones a través de este blog, el sexo en solitario es un complemente perfecto al sexo compartido. Volviendo al asunto del calentón con la compañía adecuada, si, además, el contexto es algo restrictivo, como por ejemplo sucede en un lugar público, el morbo de la situación puede llegar a subir de forma exponencial la temperatura. En realidad, pocas cosas hay tan gratificantes en la vida como la urgencia de un calentón debidamente atendido.

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