Si hay algo que tenemos que tener claro desde ya es que para que el sexo sea bueno, tiene que ser sexo guarro. No hay nada mejor, en materia sexual, que encontrar a alguien que disfrute de las mismas cosas que nosotros y llevarlas al exceso más absoluto. Compartir sexo guarro con alguien que lo disfruta de la misma manera que nosotros es algo, realmente, sin igual.
A veces sucede que conocemos a alguien y, al poco tiempo, nos damos cuenta de que el nivel de compenetración que alcanzamos con esa persona no tiene absolutamente nada que ver con lo que habíamos conseguido alcanzar en otras relaciones anteriores. Cuando esto sucede, resulta inevitable que el sexo guarro haga su aparición.
Por supuesto, cuando hablamos de sexo guarro, no estamos calificándolo de forma peyorativa ni, mucho menos, atribuyéndole connotaciones negativas, muy al contrario, con esta expresión lo que hablamos es de llevar las pasiones hasta el exceso, de forma común y disfrutándolas con toda la pasión del mundo. En fin, librándonos de los prejuicios que, cada dos por tres, aparecen en las relaciones vulgares y las condicionan, especialmente en la cama.
Si a ti y a tu pareja os cuesta hacerlo con tranquilidad, no tenéis ninguna de necesidad de reprimir el lenguaje obsceno que os vienen a la cabeza cuando estáis en la cama, si os apetece morderos y lo hacéis, si os desgarráis las ropas en un calentón, si so cogéis de los pelos con toda la ternura pero, a la vez, todo el vigor, no lo dudes, tienes la suerte de haber encontrado el sexo guarro que, sin duda, es el mejor de todos los sexos posibles. El que se lleva al límite con alguien que lo disfruta de la misma manera que tú.
El sexo guarro no se puede buscar. No estamos ante algo que se pueda provocar de un modo artificial. Provocar esta forma de entregarse es imposible. Por el contrario, es algo que aparece por sí mismo cuando se produce una química especial con otro ser que nos complementa de una forma diferente.