La macrofilia, sexo gigante

La macrofilia es la fascinación que tienen algunas personas por la fantasía sexual en la que se interactúa sexualmente con un gigante. Se da, de forma indistinta, entre hombres y mujeres Este tipo de parafilia, como la mayoría de ellas, cuenta con  un buen número de variaciones que van desde la fantasía que consiste en practicar todo tipo de actividades sexuales con el gigante o la gigante de turno hasta el simple avistamiento de hombres o mujeres gigantes, según corresponda. La macrofilia esta más extendida de lo que acostumbramos a pensar.

Macrofilia
Macrofilia

El growth, palabra que significa crecimiento en inglés, es la variación de la macrofilia que consiste en ver al gigante creciendo y, sentir, por ello, una importante excitación sexual. Durante el crecimiento, la ropa se ceñirá más y más al cuerpo hasta hacerla reventar y estallar en mil pedazos, El crecimiento, en este tipo de parafilia, suele deber su origen a un experimento científico o, incluso a la ingesta de una poción mágica.

El crush es otra variante de la macrorfilia en la que la excitación sexual proviene del hecho de contemplar al gigante aplastar cosas, ciudades enteras o, incluso, personas, con su propio cuerpo. Normalmente, el crush suele realizarse con el culo, con las manos, con el torso o con los pechos, en el caso de gigantes femeninas, e, incluso con los pies, extremo este que lleva, en ocasiones, a relacionar esta práctica con el fetichismo de pies.

El tamaño del gigante origen de la excitación sexual es algo muy relevante en el mundo de la macrofilia. De hecho, diste una concienzuda clasificación de gigantes en base a su tamaño. De esta manera, la Amazona es una personas de entre 2,30 y 4 metros de altura. Los minigigantes se encuentran entre los 5 u os 7 metros. La estatura de los Gigantes propiamente dichos puede alcanzar el tamaño de una casa. Los Megas son, además de enormes, de aspecto monstruoso, pueden alcanzar el tamaño de una ciudad. Pero, los más grandes, los conocida como Gigas, pueden alcanzar un tamaño planetario, lo que les hace, por un lado, realmente temibles y, por otro, absolutamente fascinantes a los ojos de un macrofílico.

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