Las zonas erógenas femeninas

Las zonas erógenas femeninas son todas aquellas partes del cuerpo que son capaces de provocarnos un nivel de excitación sexual adecuado. si nos ponemos a clasificarlas habremos de hacer tres grandes grupos. Cada uno de ellos englobará diferentes partes del cuerpo que guarden entre sí similar capacidad de excitación. Esta clasificación, por lo tanto, separará las zonas erógenas primarias, secundarias y potenciales.

Las denominadas zonas erógenas primarias son los órganos que es necesario excitar para que el orgasmo tenga lugar, En el caso de la mujer son el clítoris y la vagina.  En realidad, la diferencia en lo que a terminaciones nerviosas se refieren entre la vagina y el clítoris es tremendamente significativa a favor del clítoris. Eso se traduce en que la inmensa mayoría de las mujeres tienen más facilidad de alcanzar el orgasmo a través de la estimulación del clítoris.

Las que denominamos zonas erógenas secundarias son aquellas que, cuando son estimuladas son capases de activar la capacidad de excitación de las zonas primarias, lo que hace que el placer sexual se multiplique. Sin embargo, a diferencia de las zonas primarias, no resultan imprescindibles para alcanzar el orgasmo, si bien lo hacen más placentero. Podemos incluir en este grupo al pubis, las nalgas, los labios mayores y menores de la vagina o el ano, desde su contorno hasta sus zonas más profundas.

Las conocidas como zonas erógenas potenciales son aquellas zonas cuya función consiste en activar un grupo de sensaciones que, a su vez, son capaces de llegar a estimular las zonas primarias y conseguir, así, el mayor nivel de excitación parra llegar, in causo, a alcanzar el orgasmo. El verdadero plano en el que debemos entender a estas partes del cuerpo es el de la sensualidad y el erotismo. Pueden variar en función del individuo pero las más comunes son los pezones, el cuello o las axilas.

La activación de las zonas erógenas de la mujer se pueden activar de muy diferentes maneras. A veces, el uso de la imaginación es suficiente para que este proceso tenga lugar En otras ocasiones podemos utilizar el tacto, realizando caricias de la forma más suave posible en cada una de las diferentes zonas erógenas.

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