El masaje Lingam

El masaje Lingam no es una masturbación común. El objetivo principal de este tipo de masaje no está relacionado con la descarga fisiológica sino con la posibilidad de descubrir una serie de sensaciones que van más allá de lo puramente físico. Se trata, sin ninguna duda, de una experiencia que vas allá de la simple masturbación. Cuando nys enfrentamos al masaje Lingam lo estamos haciendo a una nueva forma de placer no vinculada al orgasmo aunque, efectivamente, podemos alcanzarlo con esta técnica.

Para poner en práctica el masaje Lingam resulta recomendable cuidar el entorno poner una música cálida siempre es una buena idea para poner en práctica esta técnica sexual. Es importante, también, que la cantidad de luz no sea excesiva. Resulta especialmente contraindicada la luz blanca, por su frialdad. Estar completamente desnudos resulta bastante deseable para la experiencia que nos ocupa.

Comenzar con una serie de juegos previos donde los abrazos las caricias y las miradas tengan un papel protagonista siempre resulta interesante y suelen ser una inestimable ayuda para comenzar a entrar en situación. Una vez hemos conseguido la atmósfera y temperatura adecuadas, es el momento de comenzar con el masaje Lingam.

Para poner en marcha nuestra masaje Lingam, él ha de acostarse sobre su espalda, mejor si la tienen apoyada sobre sobre unos almohadones para elevar el torso y la cabeza. las piernas han de estar separadas, las rodillas semiflexionadas y los genitales totalmente expuestos. La parje aha de esforzarse en transmitir energía a la vez que serenidad y relajación. Se debe comenzar por los pies, masacrando con un aceite cálido. Poco a poco se debe ascender por las piernas para detenerte en sus muslos. Continúa por la cara interna de los muslos para, después, saltar directamente hacia la zona abdominal. Tras ellos habrás de subir hacia el pecho.

Tras esta primera fase, se ha de ir sin más dilación al perineo donde se comenzará una ligera presión dibujando circulitos. Se puede aprovechar la postura para abrir y cerrar  las nalgas y que, así, se masajee el ano. Tras ello, sube a los testículos con mucha suavidad. Una vez transcurrido un tiempo prudencial, busca su glande, recréate en él. El frenillo es otra de las zonas que no debemos pasar. Detente tanto tiempo como te sea posible en su pene. Cuanto mayor delicadeza puedas brindar, mayor será la sensación de placer que él obtendrá.

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