La cama y el sexo

El sexo en la cama puede llegar a ser un auténtico placer. Es cierto que, buscando formas nuevas de poner en práctica nuevos recorridos sexuales, tendemos a huir de la cama por monótona y aburrida cuando, en realidad, cuando seto sucede es porque os monótonos y aburridos somos nosotros. No hay una sola práctica sexual que no pueda practicarse en una cama. Es más, no existe, de hecho, una sola variedad sexual que no se pueda mejorar de forma muy significativa en una cama.

Por supuesto que no todas las camas son iguales. No lo son para cuestiones de otro tipo pero tampoco lo son para practicar el sexo. Existen una buena variedad de camas muy diferentes. Todas tienen sus propias características y sus untos buenos y malos para poner en marcha una buena sesión de sexo. Sin embargo, existe una cama que, sin lugar a ningún género de dudas, resulta la mejor a la hora de ponerse con una buena sesión de sexo. Efectivamente, la mejor de las camas para el sexo es la cama propia. Ninguna otra cuenta con una colección de características tan positivas como ella.

Pero la relación entre la cama y el sexo va más allá del momento justo de poner en marcha la relación sexual. El uso que hacemos de ella durante el descanso tienen una influencia más que importante en el rendimiento sexual que luego tendremos. Sin lugar a dudas, una persona que cuenta con una cama en la que es capaz de descansar con gotas las garantías podrá disfrutar más y mejor del sexo que alguien que no tiene esta suerte.

Un buen número de parejas optan por el uso de cama individuales para el descanso. Aunque pueda prever algo frío en una relación de pareja no tienen por que´serlo En absoluto. La importancia del descanso para la vida normal es fundamental, así, para la vida sexual resulta igualmente importante. Las parejas que optan por esta opción cuentan con camas individuales adaptadas a las necesidades de descanso de cada cual que no tienen que ser necesariamente las mismas. Para disfrutar del sexo siempre existen varias opciones en este caso. Invadir la cama ajena, ofrecer la propia o empujar ambas para juntarlas.

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