Los mitos de la eyaculación precoz

Los mitos de la eyaculación precoz son muchos. Como en cualqueir ámbito relacionado con el sexo es frecuente oir con asiduidad cosas que se dan por ciertas pero que, sin embargo, no lo son. La eyaculación precoz, un problema al que se enfrentan un signitificativo número de hombres, está muy ligado a determinados mitos, falacias o flasas creencias. Precisamente, lo que permite al mito, sea de la índole que fuere, instalarse en la sociedad de forma permanente es precisamente la aceptación popular de su existencia, la no necesidad de plantear duda alguna sobre su veracidad. Los mitos de la eyaculación precoz no son pocos y vamos a tratar de justificar el asunto y adelantar alguna de las más frecuentes.

Los mitos relacionados con el sexo llenan la Historia de la humanidad. Eso es así. Dentro del sexo, sin duda,  es el pene el que mayor interés despierta y, por lo tanto, el que acumula mayor número de creencias falsas a su alrededor. Los mitos de la eyacilación precon son, probablemente, los más destacados. Ya la civilización romana utilizaba figuras con aspecto fálico como objetos de uso habitual. Un buen número de objetos de uso corriente, como lámparas o camapas contaban con partes que exibían descaradamente su aspecto fálico. Es cierto que, pese a existir un buen número de mitos en torno a este problema concreto, no es motivo de conversación de forma frecuente. Tanto en las civiliaciones antiguas como en las actuales, hablar de este problema resulta complicado para un hombre que lo sufre, especialmente cuando se hace en público.

Uno de los mitos de la eyaculación precoz  que más presencia ha tenido en sociedades muy diferentes, tiene que ver con el mal de ojo. En realidad, muchas de las enfermedades no conocidas han sido atribuidas historicamente al mal de ojo. En el caso de la eyaculación precoz, las variantes son muchas en las diferentes tradiciones populares pero, en casi todos los casos, el punto común es que se llega a sufrir este problema por una suerte de mal de ojo que ha podido echar una amante insatisfecha, un cornudo apaleado o, incluso, una enamorada no correspondida. Las opciones que ofrecen las diferentes tradiciones son muchas.

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