El pene en la sexualidad masculina

En la concepción de neustra sociedad de la sexualidad masculina, resulta habitual considerar la erótica en general como una parte completamente esencial del ser humano. En las sociedades más avanzadas, sin duda, la vida serótica de las personas tienen un valor innato. Todos reconocemos lo importante que resulta contar con una vida sexual satisfactoria. Sin embargo, parece eque ha habido algunos cambios en la concepción que tradocionalmente se tenía sobre la sexualidad masculina. La importancia social que sigue otorgando nuestra sociedad machista al papel de la sexualidad masculina siguen siendo exagerada pero, desde hace algún tiempo, se ha sustituido el concepto cantidad por calidad.

Gregorio marañón decía que no hay mujeres frígidas sino hombres inexpertos y parece que, más que nunca, ahora es esta la cricunstancia que se valora en la sexualidad masculina. No hemos prescindido, en absoluto, de la falocracia que ha dominado los últimos 2000 años de existencia pero, al menos, se ha dejado a un lado los criterios cuantitativos para sustituirlos por los cuaalitativos. Ahora se valora la calidad del rendimiento que ofrece el pene y no la cantidad.

Cuando esto es literalmente como lo describimos, la presión que debe sentir el varón para alcanzar sus objetivos llega a ser importante. Si la calidad del orgasmo femenino es el objetivo último y solo se cuenta con el mismo pene de siempre para conseguirlo, parece lógico pensar que el nivel de estrés pueda llegar a ser importante. Sin embargo, hemos de tener muy presente que la sexualidad masculina no debería contar tan solo con el miembro viril para conseguir los objetivos de calidad propuestos. Precisamente ahí e s donde está el trabajo.

Simplificando mucho, parece que, actualmente, pensamos que la sexualidad femenina es la propiestaria de la erótica de la relación sexual y la sexualidad masculina la responsable del orgasmo. Todos están equivocados. En realida, ellos y ellas tienen a su alcance todas las herramientas necesarias para disfrutar de una sexualidad plena y feliz, disfrutando de cada detalle que esta nos ofrece. Medir constantemente, aunque ahora sea en otro sentido, y asignar roles siempre va en detrimento del objetivo real que no es otro que vivir con plenitud el sexo.

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