La menstruación ha sido perseguida a lo largo de los siglos como si de algo impuro se tratara. Por supuesto, no hay nada más lejos de la realidad. Muy al contrario, se trata de algo que responde de forma innata a la naturaleza humana. El ciclo de la vida tiene lugar, en parte, por la existencia de la menstruación y, como pasa con casi todo, ha tenido mala prensa por absoluta ignorancia al respecto. Al fin y al cabo, el hecho de que los óvulos no fecundados desaparezcan para dejar sitio a otros nuevos en busca de mejor suerte para la supervivencia de la especie no es más que la esencia propia de la vida.
A lo largo de los tiempos, por lo tanto, como con casi cualqueir cosa de la que no se conoce demasiado y a la que a determinados estamenteos les interesa darle un caracter negativo, cuando no maléfico, han venido surgiendo una serie de mitos que, por supuesto, nada tienen que ver con la realidad pero que se han ido quedandeo en el imaginario colectivo y ahora resulta complicado de que se vayan de la cabeza. La menstruación, como algunas otras cosas que se han tratado de criminaliar de la sexualidad, ha ido conviviendo con una larga colección de mitos de los que vamos a contar algunos de los más esperpénticos.
Uno de los mitos más absurdos que jamás se hayan inventado sobre la mesntruación tienen que ver con la incapaidad de las mujeres en el momento en el que la están teniendo par apoder realizar al gún tpo de acción, Por ejemplo, s edecía que la mayonesa se corta y la realiza una mujer con la regla. Completamente ridículo. Tanto como que se agría la cerveza consumida por una mujer durante el periodo. Otras variantes igual de ridículas son, por ejemplo, que se mueran las plantas si son regadas por una mujer durante su mensturación o que se pica el vino de la bodega y a una mujer presente le baja la regla en ese momento. Se trata, ciertamente, de mitos ridículos y, por otro lado, muy poco originales.