Cosas molestas de los hombres en la cama

Algunos hombres, a base de ver porno, deberían haberse convertido ya en verdaderos expertos en lo que a proporcionar placer a las mujeres compete. Sin embargo, lamentablemente, esto no es así. La sexualidad de una mujere resulta más complicada de lo que propone el porno convencional y con unos conocimientos básicos de anatomía no resulta suficiente. Como este espacio se nos queda muy pequeño para convertir a los hombres en expertos compacedores sexuales, al menos, vamos a hacer una pequeña enumeración de cosas molestas de los hombres en la cama. Con esta información y un poquito de buena voluntad, al menos, conseguirán mejorar sensiblemente su actual situación.

El primer error de la mayoría de los hombres en la cama pasa por precindir de los preliminares. No hay decisión más torpe que esta. una mujer, para activarse sexualmente y disfrutar plenamente del seox, y de esta manera hacer disfrutar a su pareja, precisa de un proceso lento y progresivo que se desencadena con los juegos sexuales previos. Prescindir de ellos condena el encuentro al fracaso aún antes de comenzar.

Otro de los excesos que los hombres suelen cometer en la cama pasa por practicar daños que no vienen a cuento. Salvo que estemos en una sesión de sado, en cuyo caso las circunstancias, lógicamanete cambian, lo normal es que cuando a una persona le proporcionamos dolor en exceso le cortemos de raiz la excitación sexual, al margen de otras consideraciones. Morder ligeramente un pezón o tirar suavemente del cabello mientras m¡la pareja se enceuntra a cuatro patas puede resultar estimulante, pero excederse en la aplicación de dolor no sólo acabará con la magia sino que, además, podría causar daños no deseados.

Tomar decisiones delicadas unilaterales sin haberlo conversado antes con nuestra pareja resulta del todo inadmisible y es otra de las cuestiones de determinados hombres no terminan de tener clara. La práctica del sexo anal no debe ser una decisión unilateral de hombre, ni mucho menos, correrse en la cara de una persona, tampoco. Una cosa es que la pasión del momento nos lleve a a alguna pequeña salida de tono incontrolable y otra bien diferente es excederse sin haberlo acordado con la otra persona previamente.

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