La estimulación anal en un hombre

A la mayoría de los hombres heterosexuales les cuesta asumir las bondades de la estimulación anal. No todos aceptan las caricias y penetraciones en el ano. Suelen asociarlo a que pueden transformarse en gays. En otros muchos casos, es por temor a lo  que pensará de su pareja. Y la verdad, es que están totalmente equivocados. No lo dudes.


Para los que no lo sabían, el ano es una zona erógena tanto en hombres como en mujeres. Nada importan las preferencias sexuales de cada cual. Por lo tanto, que los hombres tengan estimulación anal no los hace gays, sino que enriquece y aumenta, ni más ni menos, la diversidad y, de esta manera, las posibilidades de obtener placer.

¿Es que, acaso, la satisfacción sexual de uno está basada en lo que diga la sociedad? Creo que no. El placer no se puede encasillar. Ni siquiera intentes hacerlo.

Ahora bien, el Punto P masculino es el equivalente al famoso Punto G femenino. El Punto P está situado en la parte inferior del recto, en una zona que se encuentra en contacto con la próstata o la glándula prostática. Esta zona es rica en terminaciones nerviosas y, por supuesto, sensible al tacto. Por otra parte, la estimulación de la próstata puede producir la eyaculación y el orgasmo masculino. ¿No lo sabías? ¿A qué esperas?

La próstata se encuentra encima del perineo. Está junto al recto y debajo de la vejiga. Su función es producir parte del líquido seminal. La función de este es proteger y nutrir a los espermatozoides. El perineo es el músculo situado entre el ano y la base de los testículos.

Que un hombre sienta placer sexual intenso al ser estimulado  sexualmente por la vía anal, en absoluto, lo hace gay. Esto es así.  Muy al contrario, le permite enriquecer sus posibilidades sexuales, aumentando, de esta mandera, las posibilidades de obtener placer por otras vías. Parece un buen negocio. ¿No es así? A nosotros nos lo parece. Desde luego.

Anímate y pasa el dedo por la zona haciendo círculos. También puedes ponerle la punta del dedo dentro. Nota cómo se le relaja el esfínter y, firmemente pero con muco cuidado, continúa hacia adentro. Una vez que hayas introducido  apenas uno o dos centímetros verás como aparece pidiendo más. A la vez, puedes masturbarle, haciendo que sienta todo el placer concentrado en esta área. El éxito está garantizado.

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