La no monogamia consensuada

La no monogamia consensuada es un hecho. Históricamente, las investigaciones han demostrado que las personas han venido teniendo un punto de vista negativo hacia aquellas que tiene relaciones  no monógamas consensuadas. Curioso. Pero esto es así. Sin embargo, algunas investigaciones más recientes parecen sugerir que estos puntos de vista están cambiando. El progreso. Parece que la sociedad acepta cada vez más este tipo de relaciones. ¿Están cambiando nuestras opiniones hacia las relaciones no monógamas consensuadas?¿O es un espejismo? Vamos a verlo.

Todos los estudios realizados utilizaron informes en las que los participantes comparten conscientemente sus actitudes, creencias o juicios al respecto. Resulta un buen comienzo. ¿No crees? Estas medidas plantean un problema potencial. Los participantes pueden elegir responder de una manera socialmente deseable  acerca de las relaciones no monógomas consensuadas. No vamos bien. Sin embargo, también podrían elegir ser sinceros. Evidentemente, al estudio le beneficia la segunda opción. Pero no siempre sucede. Y puede resultar un problema. Al menos si queremos saber qué está pasando.

Por lo tanto, el diseño de estudio más adecuado es aquel en el que evaluamos las actitudes o sesgos implícitos de los participantes hacia la no monogamia consensual. Parece claro. ¿No es así? Sin ninguna duda. Hemos de aclarar que un sesgo implícito es una respuesta automática e involuntaria que ocurre fuera de nuestra conciencia. Esto significa que es posible que ni siquiera seamos conscientes de estas asociaciones. Ni, por supuesto, de cómo afectan nuestros juicios, creencias o acciones en ellas.

La prueba en cuestión pidió a los participantes que combinaran los estímulos de categoría  con los estímulos de atributo. Es decir, las palabras o imágenes que ellos relacionaban con la no monogamia consensuada y las palabras positivas o negativas con las que la relacionarían. Sencillo. Si un participante relaciona más rápidamente los estímulos de monogamia con atributos positivos, entonces podríamos decir que esta persona tiene un sesgo automático que favorece la monogamia.

¿Qué nos dijeron estas pruebas? Por un lado, encontramos que las actitudes explícitas hacia la no monogamia consensuada eran neutrales. Curioso, ¿no? Los participantes, realmente, no tenían puntos de vista negativos o positivos hacia esta cuestión. Sin embargo, implícitamente, los participantes prefirieron la monogamia en comparación con la alternativa sexual. Prejuicios sociales. Exclusivamente. ¿No lo crees? Lo cierto es que nosostros sí.

Curiosamente, las personas que tenían menos probabilidades de responder de una manera socialmente deseable  tenían actitudes implícitas y explícitas que estaban más estrechamente alineadas que las personas que tenían más probabilidades de responder de una manera socialmente deseable. En otras palabras, las personas que probablemente distorsionaron sus respuestas  no evidenciaron correlación entre su desempeño en las medidas explícitas e implícitas

Sin embargo, para aquellos que no sucumbieron a las presiones para responder de manera socialmente deseable, su desempeño en las medidas explícitas e implícitas se correlacionó positivamente. Otro divertido hallazgo fue que no hubo diferencias entre hombres y mujeres a cerca de la no monogamia consensuada.

¿Entonces, qué significa esto? Bueno, los resultados de este estudio significan que, a pesar de lo que las personas informan conscientemente, la mayoría de las personas tiene un sesgo automático que penaliza la no monogamia consensuada.

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