Parece que los millennials no andan muy preocupados por el sexo. En realidad, parece que andan despreocupados con casi todo. Esta Generación Y de jóvenes adictos a la tecnología parece relajada frente a cualquier otra cuestión. Sorprendentemente, los jóvenes nacidos entre los años 1982 y 1999 parecen tener menor número de relaciones sexuales que la generación anterior.
La Universidad de San Diego publicó un informe en este sentido. Para el estudio seleccinó una muestra de cerca de 30.000 voluntarios pertenecientes a dos grupos, la citada Generación Y, y los nacidos entre los años 1965 y 1981, la conocida como Generación X. Las conclusiones fueron sorpredentes. El 15% de los jóvenes entre 20 y 24 años no tienen pareja sexual, mientras que en la Generación X, el porcentaje, cuando tenían su misma edad, era del 6%.
Parece, pues, que la gran cantidad de posibilidades que la tecnología y la sociedad ofrecen en la actualidad no ha redundado en una mayor práctica sexual de las generaciones actuales. En relidad, parece que tanta tecnología se ha vuelto en contra. Parece que los millennials pasan más tiempo en la interacción online que en la física. Sin duda, ahñi está el problema que subyace en todo esto.
Sin embargo, lo que también es cierto es que el hecho de tener menos parejas sexuales con cierta estabilidad no es lo mismo que no tener relaciones sexuales. En este sentido, el estudio no termina de dejar claro si los millennials están o no a la altura de sus prodecesores. Parece que las denominadas prácticas «touch and go» pueden determinar menos parejas sexuales estables y, en realidad, más prácticas sexuales.
De lo que no cabe duda es de que los millennials cuentan con una noción relativa a aprovechar el tiempo al máximo. El consumo intenso de todo lo que está a mano va ligado a este tipo de situación. Muchas veces el sentimiento constante de insatisfacción es algo que se da en estas situaciones. Cuando esto sucede, cabe la posibilidad de que decaigan las expetativas puestas en los vínculos afectivos. Esto explicaría el hecho de que esta generación cuente con menos parejas sexuales de las denominadas estables y, sin embargo, se intuya una mayor actividad sexual en ellos.