La sexualidad humana a nivel reproductivo

Para entender la sexualidad humana a nivel reproductivo debemos poner antes algunos antecedentes. La abiogénesis sucedió, según las teorías científicas más extendidas, hace 4.000 millones de años. Posteriormente, los seres vivos comenzaron a evolucionar a través de otro organismo. Descartando la posible herencia de materia inerte.  A esto se le conoce como biogénesis.

Para que algo evolucione debe conducir finalmente al éxito de la reproducción. La reproducción es una consecuencia de interacción que no necesariamente se da entre dos sexos. Así, se distinguen dos principales formas reproductivas:

      • Asexual: los descendientes provienen de una o varias células de un único organismo de su misma especie.
      • Sexual: unión de dos gametos provenientes de dos seres que darán lugar a un tercer organismo. Evidentemente, aquí debemos enuadrar a la sexualidad humana.

Esta última es propia del ser humano, donde cada uno de los portadores ofrece gran variabilidad fenotípica a sus descendientes.  Mientras, la asexual da lugar a seres idénticos a no ser que se produzcan mutaciones.

Dentro de las diferencias reproductivas sexuales entre especies, se distinguen dos formas de fecundación:

      • Externa: la hembra deposita los huevos y el macho esparce su esperma en ellos.
      • Interna: los gametos – óvulo y espermatozoide – se juntan dentro del cuerpo de la hembra a través de la cópula.

El sistema reproductivo humano  proviene de la herencia reptiliana.  A partir del momento en el que los reptiles abandonan el medio acuático, se empezó a establecer en otros seres vivos. Esto acarreó la propagación de virus, bacterias y todo tipo de infecciones parecidas a las que se conocen actualmente.

Darwin, en su libro ´La evolución de las especies´  explica que los organismos que presentan atributos mejores adaptados al medio asegurarán su supervivencia, ergo, su descendencia. Esto es lo que se conoce como selección natural.

La selección sexual comprende dos comportamientos: la lucha competitiva de los machos por el apareamiento y la actitud selectiva de las hembras. En algunas especies las hembras se aparean con varios machos durante su periodo fértil. Esto supone para ellas la seguridad de transmitir el 50% de sus genes a sus progenitores. Sin embargo, el macho podría iniciar la “Competición espermática” de diferente manera:

      1. Extraer el esperma del rival e inseminar después.
      2. Eyacular gran cantidad de esperma para retirar la del contrario.
      3. Estimulación que provoca la expulsión del esperma rival del cuerpo de la hembra.

A esta teoría SE añadió lo que se conoce como “inversión parental”.  El macho solo invierte en la producción y transmisión de sus gametos, mientras que el compromiso biológico de la hembra va más allá de aportar su óvulo. Esta se implica durante todo el embarazo y en la posterior lactancia.

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