Las fantasías sexuales de las muejres se originan en un diminuto manojo de nervios. La reacción desencadena una excitante cadena de eventos. Al instante notifica a la glándula pituitaria que envía hormonas a las glándulas sexuales. Las glándulas sexuales, a su vez, reaccionan rápidamente produciendo estrógeno, progesterona y testosterona. En cuestión de segundos, el corazón late con fuerza, los músculos se tensan. Él o ella se sienten mareados, aturdidos y con el hormigueo de la excitación sexual.
El orgasmo no es sólo un proceso mecánico. Por lo tanto, la fantasía juega un papel importante en nuestra excitación. Las fantasías sexuales estimulan el cerebro, activan y mantienen la excitación sexual. Al tiempo que mejoran la experiencia sexual en general. Para algunos, también puede ser el desencadenante principal que los lleva al borde del orgasmo.
Los expertos dicen que no solo es normal sino saludable tener fantasías sexuales. Las fantasías sexuales son un fenómeno psicológico normal y natural, reportado por alrededor del 95 por ciento de hombres y mujeres. En términos generales, las fantasías funcionan para disminuir la ansiedad sobre el sexo y aumentar el interés y la excitación sexual.
Gracias a nuestra imaginación erótica, todos tenemos este maravilloso ayudante incorporado que puede mejorar nuestras experiencias sexuales. Mientras que los hombres tienden a ser de naturaleza más visual y sus fantasías sexuales están más orientadas a objetos, centrándose en los genitales, las fantasías de las mujeres están más cargadas emocional y sensualmente y son más atmosféricas. Centrándose en lugares y encuentros inusuales, exóticos o románticos que son ricos en ambiente.
Las fantasías de las mujeres tienden a incorporar escenarios románticos como los que se encuentran en los cuentos de hadas y las novelas eróticas. Los escritores románticos han soñado con todos los escenarios posibles. Desde piratas deshonestos que atraen a jóvenes doncellas, condes vampiros que devoran damiselas en apuros, vikingos brutos que violan y saquean su botín cautivo, hasta Cenicientas seducidas por príncipes encantadores y bellezas que se enamoran de bestias.
Pero los cuentos de hadas no son lo único con lo que sueñan las mujeres en las cámaras secretas de sus propias mentes. Muchas fantasías femeninas van mucho más allá de los típicos sabores de vainilla que la sociedad considera apropiados y se adentran en el ámbito del peligro, el tabú y los placeres nefastos.