Está demostrado que nos enamoramos debido a una serie de procesos neuroquímicos que estimulan ciertas zonas de nuestro cerebro. Esto significa que el amor es una emoción, compleja, intensa y muchas veces contradictoria, que tiene una base química. De algún modo, se podría comparar con una droga, produce una serie de reacciones químicas en nuestro cuerpo con el objetivo de alterar su comportamiento y provocarnos una serie de sensaciones. Por lo tanto, en un futuro se podría desarrollar algún tipo de fármaco con el que pudiéramos estimularlo, una especie de “pastillas para el amor”.