¿Has oído hablar del bud sex? Su traducción literal viene a decir algo así como «sexo entre colegas.» Vamos, que es compartir una experiencia sexual con un amigo del mismo sexo sin que por ello estemos ante una experiencia de orientación homosexual. A muchos de nosotros, cuando hablamos de bud sex, lo primero que nos viene a la cabeza es una célebre frase de Torrente. Creo que no es necesario reproducirla.
Cuando hablamos de unas «pajillas» entre colegas estamos hablando de bud sex. Pero también lo hacemos cuando se fantasea con una situación así. O cuando experimentamos con una transexual. Este tipo de situaciones se han solido mantener ocultas, principalmente, porque quien las lleva a cabo se siente heterosexual. La aceptación social ésta prácticas nunca ha sido un ejemplo de tolerancia. Y en este contexto, casi siempre se ha optado por la ocultación.
Ni siquiera la calificación de bisexual es algo que resulta aceptable para explicar este tipo de prácticas. Establecer etiquetas en este sentido resulta especialmente complicado e injusto. Especialmente si lo contextualizamos en los convencionalismos culturales que vienen determinando nuestras identidades de género así como nuestras preferencias sexuales.
Aunque para algunos resulte difícil de entender, el bud sex es una práctica qué tiene que ver con la diversidad sexual. Exclusivamente. Es algo te puede llevar acabo una persona heterosexual de la misma manera que una persona homosexual. Ninguno de los dos han de cambiar orientación sexual por llevar acabo este tipo de encuentro sexual de manera puntual.
El bud sex permite el refuerzo de determinados vínculos. Resulta evidente. Determinadas amistades pueden salir reforzada por esta práctica. De la misma manera supone una forma de recibir placer y proporcionar sin estar sujeto a unas altas expectativas ni obligaciones.