El sexo en la playa es una de las cosas que, de forma inevitable, aparece recurrentemente cuando se acerca el verano. Siempre que el calor aprieta nos viene a la cabeza la posibilidad de mantener relaciones sexuales en un entorno idílico como puede ser una playa. El sexo en la playa es algo que, sin duda, en nuestra imaginación funciona muy bien. Otra cosa es la realidad. No cabe duda de que practicar sexo en la playa tiene connotaciones positivas. Sin embargo, a menudo nos olvidamos de las negativas. Que también existen.
Lo primero que tenemos que tener encuenta es que al tener sexo en la playa no es sencillo. De hecho, se trata de una de esas cosas que a pesar de que prepares mucho no termina nunca de salir del todo bien. Es posible que la mejor forma de que todo funcione es que se trate de un encuentro totalmente casual. Puede que el secreto para que todo fluya sea precisamente la falta completa de preparación.
Aunque lo habitual, especialmente en verano, es que las ganas de sexo sean permanentes, Lo cierto es que hay lugares más y menos cómodo para llevarlo a cabo. No es menos cierto, sin embargo, que a medida que crece la comodidad suele decrecer el morbo y, por lo tanto, la excitación sexual. De lo que no cabe duda es que el sexo en la playa aporta buen nivel de excitación para los morbosos.
Sin duda, como a nadie se le escapa a estas alturas, lo lo peor de mantener sexo en la playa es lo incómodo de la arena. Si ya resulta una cruel tortura la interacción entre la finísima arena y uno mismo cuando se trata de un simple panista sin mayores pretensiones, el nivel torturador de la arena puedes crecer de forma superlativa cuando se trata de realizar un acto sexual con ella como lecho.
Además, para practicar sexo en la playa no suele haber opciones intermedias. O la arena o el caos. De hecho algunas soluciones que pretenden ser imaginativas, como el uso de una toalla, en realidad lo único que suelen hacer es agravar el problema.