El cerebro y la sexualidad II

¿Existe relación entre el cerebro y la sexualidad? Es la pregunta que nos realizábamos en entrada de ayer. Vimos como diferentes estudios realizados entre los años 50 y 60 establecían este tipo de vínculos en diferentes animales de laboratorio. El debate, por lo tanto, se abrió en aquel momento. ¿En los seres humanos también existe una relación entre el cerebro y la sexualidad?

La sexualidad humana, por supuesto, esta´formada por varios componentes. Es cierto que algunos de ellos se superponen. La identidad de género y el sexo con el que se identifica, es algo casi imposible de estudiar en animales. Aunque sabemos que los machos de muchas especies tratan a los machos de manera diferente que a las hembras, lo que sugiere algún tipo de conocimiento de género y una equivalencia al rol de género en los humanos.

La preferencia sexual puede ser estudiada, al igual que los patrones de actividad sexual. Los últimos se alteran por la exposición o falta de ella a la testosterona en las primeras etapas de la vida. Tal y como sucede en en los animales.

La testosterona, al parecer, tiene un papel importante en el desarrollo de la sexualidad. En la década de los 80, cuando Alemania aún estaba dividida en un segmento occidental y uno oriental bajo el dominio de la entonces Unión Soviética, un grupo de científicos orientales propuso que la homosexualidad humana era el resultado de una exposición insuficiente a la testosterona en el útero.

Dado que la atmósfera moral del momento en ese país consideraba la homosexualidad con algo a aborrecer, propusieron que todas las mujeres embarazadas deberían someterse a pruebas de testosterona en el fluido que rodea a sus fetos masculinos. Los que se estimaban con valores bajos  deberían ser abortados.

De esta manera se eliminaría la homosexualidad de la  sociedad de Alemania Oriental. Un excelente ejemplo del mal uso de la ciencia. Mal uso que, por otro lado, se dieron en todos los sentidos a uno y otro lado de este conflicto. Afortunadamente para la humanidad, este protocolo exterminador nunca se adoptó.

En cualquier caso, al margen de barbaridades históricas, lo que si queda claro es que la relación entre el cerebro y la sexualidad, se daba por demostrada también en humanos.

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