Masturbación forzada (parte 2)

La mastrubación forzada es una pra´ctia cada vez más utilizada por las parejas A veces, las restricciones físicas se pueden usar con un dispositivo de masturbación, como la varita mágica de Hitachi, atada a los genitales del individuo. Por ello, se ve obligado a masturbarse contra la voluntad para eliminar su capacidad de controlar el poder de la varita, la intensidad de las sensaciones y el control de su clímax terminando en un orgasmo forzado.

Sin duda, esto es diferente a ordenarle a alguien que se masturbe y seguir órdenes. También es distinto a usar una correa vibratoria con alguien, donde la persona tendría más control sobre el movimiento y la ubicación del juguete. Así, la servidumbre aumenta la sensación de impotencia y entrega a las vivencias individuales durante la experiencia y no pueden dejar de ser estimuladas sexualmente.

Un castigo corporal o una escena de interrogatorio es otro escenario probable. En el que una sumisa puede ser obligada a masturbarse cuando se le ordena, como parte de su “castigo”.

Otra forma de escenario de masturbación forzada que se usa tanto dentro del juego BDSM como entre parejas «vainilla» es usar un vibrador de bragas con un control remoto en un lugar público. Un compañero usa el dispositivo bajo las instrucciones del otro. Se le dice que se masturbe en público. El lugar podría ser cualquier lugar, pero los lugares comunes podrían incluir en un restaurante mientras se toma una comida como postre. Se espera un autobús o en el transporte público, en un parque, durante un evento deportivo, concierto, en la playa, en un cine, o incluso una fiesta de teatro.

El objeto de esta actividad es tratar de minimizar los signos reveladores del placer sexual. Para que no los atrapen y como una forma de humillación secreta. Esto difiere del orgasmo forzado, en el que la otra pareja controlaría el dispositivo en la pareja que recibe placer. Ya que el receptor todavía tiene control sobre la estimulación.

Durante la masturbación forzada, la pareja dominante controla cuándo y si a la persona sumisa se le permite tener un orgasmo o no. Es posible que la pareja sumisa tenga que pedir permiso para llegar al orgasmo; o la pareja dominante puede ordenar a la sumisa cuando se le permite llegar al orgasmo. En otros escenarios, la pareja dominante puede negar al sumiso el privilegio del orgasmo y el alivio, lo que se conoce como negación del orgasmo.

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