Jugar a ser voyeur

Voyeur es un término que proviene del francés. Significa, literlamente, «el que ve». Los equívocos, con la expresión, pues, parece que son pocos. El voyeurismo es una parafilia sexual que guarda una íntima relación con el acto de mirar. De hecho, el voyeur obtienen excitación y placer sexual por el simple hecho de ver a otras personas en determinada actitud sexual. Puede ser practicando el coito pero también puede ser, realizando actividades no sexuales que conlleven cierta carga erótica como, por ejemplo, duchándose.

En realdiad, un voyeur es una persona que obtiene exictación y placer seual a través de la observación de personas sin ropa o interviniendo en cualquier tipo de actividad sexual. En algunos casos, el voyeur puede utilizar la excitación sexual para una acción posterior. Por ejemplo, la masturbación. Sin embargo, esto no es necesario en todos los casos. De modo que algunas personas, simplemente, disfrutan de la escena que contemplan si necesidad de hacer algo más. De modo que su actividad sexual se completa con la observación de la escena sin más.

Llegados a este punto, muchos reconoceremos que también nos excitamos sexualmente cuando observamos a una persona desnuda y eso no nos hace voyeuristas. Y, efectivamente, esto es así. La diferencia está entre observar a una persona desnuda con su consentimiento o sin él. El voyeur solo se excita en el segundo caso.

Solo en casos extremos se puede llegar a considerar el voyeurismo como un trastorno. En realidad, cuando acaba siendo problema es porque no se ha sabido gestionar de forma ordenada lo que, simplemente, era una parafilia. Cuando esto sucede, el afectado puede llegar a experimentar un malestar físico muy significativo por tener los impulsos del voyeur y no pder refrenarlos.

En cualquier caso, el voyeurismo no es peligroso en sí mismo. Ni mucho menos. De hecho, esta práctica es mucho más frecuente de o que imaginamos. De hecho, no es algo que se pueda considerar ni siquiera anómalo. Sin embargo, cuando deja de ser una parafilia para ser una obsesión sí que puede llegar a ser peligroso. Tanto para la persona que sufre el trastorno como para las víctimas de su experiencia sexual.

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