Conviene tener claro lo que no es el sexo. Al definir el sexo, es igualmente importante descartar lo que no pertenece a su repertorio de imágenes. Debido a que el sexo vende en el mercado y en las publicaciones que nos bombardean a diario, somos propensos a confundir el sexo con muchas cosas que no es. Y somos igualmente propensos a confundir el sexo con sus ignorantes definiciones del pasado que nos alejaron de sus placeres ocultos. Está bien que tengamos presentes lo que no es el sexo.
En primer lugar, lo que no es el sexo es algo sucio. Ni mucho menos. No puede ser algo de lo que avergonzarse. Y no es insalubre siempre que se use la protección adecuada. El sexo no te hará quedar ciego o volverte loco. De hecho, la aptitud sexual puede mejorar su salud, no restarle valor.
El sexo no es pervertido ni antinatural. Hacer el amor entre adultos que consienten es su asunto privado, y mientras no lastime a nadie, no desafía las leyes de la naturaleza.
El sexo no debe ser mal usado como un arma. Retener el sexo para castigar a una pareja es una señal de mala comunicación y de ira acumulada. No da poder al poseedor. En el otro extremo, forzarse sexualmente a otra persona es un signo de insuficiencia, no de poder o fuerza real.
Lo que no es el sexo, desde luego, es una adicción sana. Una adicción o compulsión sexual es un escape del amor. El sexo tampoco es un deporte; no es simplemente una forma de ejercicio. Es una función del cuerpo, sí, pero sus muchos placeres no se logran experimentando una parte del cuerpo. Además, usar el sexo como un ejercicio impersonal en última instancia no es satisfactorio, ni sexual ni emocionalmente.
El sexo no es sólo coito o cópula oral. Como sabemos, el viaje es tan importante como el destino. El sexo no es amor, pero a menudo se confunde con el amor. El compromiso hace que el sexo se profundice. Desde luego que esto es así. Sin emabargo, tener sexo por sí mismo no es amor eterno.